12 julio, 2010

Romper la coraza

El instinto me devuelve a los orígenes;

vestido de hedonismo soy una serpiente

cada vez más hambrienta, solo busca placer

y devora al Yo Domesticado de forma audaz:

engulle el deseo pero nunca lo digiere.


El corazón me retiene en el camino;

alguien se lo llevó sin dejar nota alguna

y prefiero pensar que sólo queda carne;

a veces siento que se regenera,

lo sentí ante esos ojos por un momento,

pero suele llegar el miedo a otro secuestro

y acabo por ponerle alguna excusa,

como que no me gusta tanto como quisiera,

y como es tan ingenua como yo

me deja huir de ese mundo, de vuelta de todo,

a buscar más carne y más instinto,

hasta que mis mentiras me desmienten

y giro sobre mis pasos, intentando volver

a un punto cero que nunca existió.


La paz me recuerda que nada es eterno;

sólo nos habría mantenido vírgenes

un primer polvo tan inmortal

como el resto de nuestros días,

un polvo excelente, sin duda,

pero exento del primer orgasmo,

de ahí que sea espinada búsqueda

ésta en la que persigo la felicidad

que explica mi afán por arañar techos

pero no las resacas de deudas

con sentimientos encarcelados.


Y esta sensación de ser dentro de otro

tan parecido a mí pero mucho más libre

me deja una mueca de orgullo que vibra

entre mis colmillos y mis ojos abiertos

que la observan, la disfrutan, la piensan

e imagina compartirlo todo con los suyos,

pero ya sabes que la libertad,

como toda realidad, puede ser sólo una ilusión,

y al miedo sólo se le puede apuñalar un rato,

una y otra vez,

hasta que un día, sin más,

él mismo se harte de sangrar.

07 julio, 2010

Un poeta sin pantalones


DESPERTÉ SIN SED...

Hay instantes que son reflejos
de nuestros deseos desatados,
de lo que nunca elegimos
pero nos mantiene en vilo,
latidos adictos a lo insensato,
un brillo fugaz en los ojos.

Cajones en la memoria
son tramas conspirativas
de las venas y arterias
del otro ahí escondido,
instinto que juega y vierte
litros de sed , alcohol,
para quemarnos sin dudar.

Tus pupilas dilatadas,
mis retinas atontadas,
la sangre que bombea
hasta dejarnos tumbados.

No eran la resaca
ni una tremenda orgía,
nos bastábamos
para colocar ese techo
en otra atmósfera
y dejar la almohada
un tanto inservible.

El suelo se la comió.



..ANOCHECÍ CON HAMBRE...

Dime cuántos cobardes conoces,
cuántos, incluidos tus instantes
de absurda apatía por lo que nace
aunque digas que no te importa.

Venga… Es como decir
que no existen los finales felices
mientras masticas la perdiz
con un “Pero…” moviendo tus dientes,
ese “Pero…” que, por cierto,
no vale para nada, como toda cárcel.

Y los recuerdos son el viento
que lleva la eterna nostalgia
de aquí hacia allá,
de la memoria al olvido,
y suele soplar al revés,
por eso todo reaparece
cuando menos lo esperas
y la felicidad, la tristeza
o el silencio de la consciencia
son sólo estados pasajeros.

Espera… No sé si alguna vez,
en algún segundo perdido
entre tus ojos y los míos,
te dije que todo esto
de lo que nunca hablo,
esto que suelo pensar
mientras duermes,
respiras y sueñas
que los sueños,
como muchos sueñan,
sueños son.

Vamos…
Con los párpados cerrados
es muy difícil ser nosotros.



...EXTRAÑA LIBERTAD

Los poetas aprenden de la soledad
retratándola en sus cuadernos,
conversan con su alma en ellos ,
testigos de cada atropello,
sinsentido de una realidad
donde conviven paraíso e infierno.

Hay tantos pensamientos
que vagan como exconvictos…
Sientes su miedo a volver a ser
efímeras ilusiones entre barras,
códigos de terror, una cárcel
cuyo mayor castigo es el olvido
cuando la memoria es un arancel
y el verso tiene rotos los bolsillos.

Y por eso de vez en cuando,
hay facturas que hablan de deudas
perdidas en cubos de basura
que esconden en el reverso
la magia de un instante de lucidez
para un poeta sin pantalones.