03 noviembre, 2015

INTERLUDIOS (IV) : PRECIOSA CASUALIDAD

Cuatro de la tarde de un domingo cualquiera y, de pronto, la vida. Puedo escribir setenta poemarios o una novela de ochocientas cincuenta y siete páginas intentando acertar a describir la magia de un imposible, mi imaginación hecha letra, pero, de repente, un instante. Uno solo, inesperado como casi todo lo que merece la pena, y cuatro mirlos blancos llegarán batiendo sus alas para cogerlo todo y tirarlo a la basura. Para decirte "has fallado, no pasa nada, somos tu suerte. Siéntelo y disfruta, ya escribirás más tarde".

Imaginas sus ojos tal y como los recordabas en las pinceladas de las extrañas ausencias. La nariz, la boca. Claro que ha cambiado, como todos con el tiempo, pero yo hablo del brillo, la esencia, el recuerdo traído al ahora.

Me agarro al pálpito y soy una válvula, y en cada arteria crepita la más preciosa y repentina casualidad. Menudo desahucio el ahora ¿No? Mi corazón no admite antidisturbios, ni órdenes de jueces absurdos. Está hecho para sentir, agarrarse a esta vida que es una noria, una atracción sin trazado fijo. Para sentir y gritar.

Y mientras imagino y escribo este alegre Renacimiento que ahora vivo, cuatro mirlos blancos llegan batiendo sus alas. Me dicen "Tssss...¡Espera! Nada tan inspirador, ¡respira esta casualidad!"  

No hay comentarios:

Publicar un comentario